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martes, 10 de julio de 2012


En qué manos estamos…

Hubo una época, en que se suponía que el príncipe que llevaba a su pueblo a la guerra, debía estar dispuesto a arriesgar su vida en la batalla. Así era como dirigía y alentaba a su pueblo para combatir y defender su patria, su reino. Sin embargo, los príncipes de ahora viajan en coches blindados, acompañados por guardaespaldas armados, ganan fortunas, y se rodean de los mejores lujos viajando por todo el mundo mientras sus súbditos se enfrentan a las consecuencias de sus decisiones y de su mala gestión.

A estas alturas y después de sucesivos años de crisis que han ido devastando cada vez más nuestra economía y nuestra calidad de vida, el desencanto político ha alcanzado niveles que en otros tiempos ya habrían desencadenado una revolución. Seguramente sean muchas las personas que, como yo, tenían la esperanza de que el cambio de gobierno trajera consigo la seriedad, la rectitud y el cambio que España lleva años pidiendo a voces. Pero nada más lejos de la realidad; los escándalos de corrupción se suceden, la confianza en España es cada día menor, y cada vez que habla un político español en los medios, diga lo que diga, se convierte en el peor ataque en su contra, reflejándose en los mercados y en la prima de riesgo. En los últimos meses, hemos podido ver el descalabro de los mercados, especialmente del sector financiero, el desastre de Bankia, el rescate financiero a España…Todo parece apuntar al mismo origen: las cajas de ahorro, que han sido objeto e instrumento de lo que podría calificarse como “delincuencia política”, y es que en este país, parece ser que el gremio de los políticos (si es que puede denominarse gremio) es muy amigo de lo ajeno.

La situación es ciertamente lamentable, en España ya no se habla de otra cosa. La crisis, el paro, la subida de impuestos, la prima de riesgo…todo malas noticias. Sólo el deporte es capaz de darnos alguna alegría de vez en cuando, pero al final la realidad es la misma.

Ya por último, me gustaría acabar con una frase que leí hace poco en un cartel que vestía la pared de un bar y que rezaba: “Se acabó la crisis. Entramos en la miseria”. Me llamó la atención, a la vez que me entristeció pensar que esa es la percepción y la situación de buena parte de los españoles hoy en día.



R. Osom

Humor gráfico

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